En esta ocasión estaré hablando sobre la compasión en la práctica de yoga. Hace unos días me lastimé la espalda. Ha sido muy difícil para mí aceptarlo. Sentí mucho coraje y miedo de no volver a estar en mi cuerpo sano, fuerte y flexible. Y principalmente no poder estar al cien en mis clases con los alumnos. Ha sido todo un proceso de sanación en el sentido físico y emocional. Muchas lecciones. Fragilidad, enfoque, paciencia y compasión han estado presentes durante estos días. Reconozco la necesidad de ser mas compasiva conmigo misma y menos exigente. También reconozco la importancia de hacer a un lado las expectativas y los juicios, respetando mis límites en todo momento.
En sánscrito compasión se traduce como karuna. Es un concepto budista de empatía, de identificación afectiva y solidaria con el sufrimiento de los seres vivos. Se puede entender como el deseo sincero de aliviar el dolor de todos los seres sin esperar nada a cambio. Así como podemos practicar la compasión hacia los demás, también la podemos practicar hacia nosotros mismos. Según Pema Chodron, para poder tener compasión hacia los demás hay que tener primero compasión hacia nosotros mismos.
¿Y cómo podemos cultivar y practicar la compasión en la práctica de yoga/asana?
Esta pregunta nos lleva a otra… ¿Porque practicamos yoga? Habrá muchas respuestas a esta pregunta pero creo que ahimsa (no violencia) juega un papel importante. En mi experiencia como maestra, muchas veces he escuchado: ¿en cuanto tiempo podré lograr esta postura? En general todos queremos crecer en nuestra práctica física (me incluyo), lograr posturas mas profundas y de mas reto. Aquí es en donde la compasión entra en juego. Al explorar y practicar nuevas posturas podemos: 1) Alejarnos de nuestro corazón, de nuestro ser y sentirnos derrotados, desesperados y ansiosos por lograr una postura. También podemos ser mas humildes y: 2) partir desde la compasión hacia nosotros mismos. Es decir, comenzar por reconocer nuestro cuerpo, aceptarlo y quererlo tal cual como es. Entender cuales son nuestros límites. Reconocer que cada día y cada práctica es diferente. Somos diferentes. Cada práctica es una nueva experiencia que nos revela nuevas enseñanzas. Mi recomendación es mantenernos agradecidos por lo que nuestro cuerpo es capaz de hacer en ese momento, en esa práctica. Felicitarnos por el simple hecho de habernos dado el tiempo de estar presentes en la práctica.
Durante el tiempo que llevo practicando yoga he descubierto que el camino no es recto y tampoco es fácil. Siempre habrá obstáculos, dificultades y retos; y también habrá momentos de mucha satisfacción y alegría. Una postura que en algún momento resultó bastante sencilla puede en cualquier momento revelarse como un nuevo reto. Lo importante es disfrutar del camino, mantenernos atentos a todas las lecciones que se van revelando. Pararnos en el tapete sin expectativas, sin juicios. Practicar la compasión hacia nosotros mismos en cada respiración, ser humildes y rendirnos a lo que esa práctica en ese momento tiene para nosotros.
¿Cómo podemos aplicar estas ideas en nuestra práctica de asana regular?
Trata de darte mínimo 5 mins. antes de tu práctica para sentarte o acostarte en tu tapete. Cierra tus ojos y conéctate con tu respiración y con tu cuerpo. Identifica si hay alguna parte de tu cuerpo que se sienta tensa, contraída, débil, con dolor. Haz también un recuento de tu día y reconoce cualquier emoción negativa que pueda estar afectando tu bienestar físico y emocional.
Dirige la intención de tu práctica a sanar o liberar esa parte de tu cuerpo o emoción.
Durante la práctica sigue conectado con tu respiración. Si en cualquier momento de la práctica necesitas descansar, hazlo. La respiración es un buen indicador. Si tu respiración se acelera lo mejor es hacer una pausa.
En todo momento siente tus raíces desde tus manos y tus pies. La sensación de soporte y conexión hacia la tierra te da seguridad y confianza durante tu práctica.
Cuando sea momento de practicar una postura que para ti sea de mucho reto, que no te guste, respira profundo. Haz a un lado las expectativas y los juicios. Reconoce todo el esfuerzo y el trabajo que te costó llegar hasta aquí. Agradécete y felicítate por eso.
Cuando llegue el momento de hacer savasana vuelve a conectar con esa parte de tu cuerpo, con esa emoción que estuvo presente en tu intención. Identifica si hubo algún cambio. ¿se soltó la tensión?, ¿se quitó el dolor?, ¿se siente mas fuerte?, ¿se liberó la emoción negativa? Una vez que lo reconoces suéltalo y relájate por completo.
Termina tu práctica reconociendo lo mucho que has hecho por ti simplemente por estar en tu tapete. ¡Felicítate! :)
Te invito a compartir tu experiencia.
¿Cual ha sido tu experiencia practicando la compasión hacia ti mismo en tu práctica de yoga? ¿Notaste algún cambio en tu práctica?
Gracias por darte el tiempo de leerme. Cualquier comentario sobre este blog es bienvenido. Si la información te ha sido útil y crees que a alguien mas le pueda interesar te invito a compartirlo.
Nos vemos la próxima semana :)
Con cariño,
Juliana
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